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Mostrando entradas de marzo, 2011

PASIÓN Y MUERTE DE UN HOMBRE LOBO

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  PASIÓN Y MUERTE DE UN HOMBRE LOBO  Una ópera gótica       La ópera más extensa, ambiciosa y original en su tratamiento musical que he realizado hasta la fecha, es un espectáculo gótico que tiene como eje central la figura de un hombre lobo, tantas veces plasmada en el cine y la literatura. Tiene todos lo elementos de amor y terror en un cuadro gótico que traza la música para, una vez más, hablarnos del    amor, la muerte y lo efímero de la existencia humana. PERSONAJES Marcos (hombre lobo)-barítono Selene-soprano María (joven del pueblo)-mezzosoprano Padre de María-bajo Madre de María-contralto Matías (mayordomo)-tenor Pueblo-coro almas de los muertos-ballet.        Una obertura atípica dentro de una ópera "clásica", comienza con un andante agitato .   Resuelve en un “ Ballet hiriente” , desde el punto de vista compositivo es una secuencia de blues iniciada por bajo eléctrico, guitarra eléctrica y piano, para ir siendo retomada

EL MANTO DE LA MUERTE

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Escrito con motivo de la marea negra que asoló las costas gallegas   y Publicado en Cartas al director de Faro de Vigo el   17 de diciembre del 2002      El siglo XXI   ha llegado, con gran júbilo y despliegue de medios, el homo sapiens lo ha recibido, orgulloso de su condición de dueño absoluto del planeta; no sé muy bien si recreándose en su ignorancia o regocijándose en su inconsciencia; pero lo cierto que la alegría experimentada por una inmensa mayoría ha sido sincera.     Por desgracia, la esplendorosa civilización que nos hemos dado, brilla por fuera   deslumbrando cada día más a sus creadores; seres que no saben, o no quieren saber que su gran ídolo resplandeciente tiene el vientre podrido, negro como el más oscuro túnel infernal. Es por ello qué, de vez en cuando vomita sobre nuestras cabezas parte de esos desechos que el mismo hombre almacena en el vientre que lo acoge.   Todos tienen tan llena la boca de palabras, que apenas es posible entender lo q

LA TIERRA NO ES UN PLANETA FELIZ

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Publicado el 18 de junio del 2002 en Cartas al director de Faro de Vigo       La tierra no es un planeta feliz. Me lo dice su fría cara demacrada por frías líneas de asfalto; artificiales arrugas de una vejez temprana. Sobre hirientes kilómetros laberínticos viajan huestes, hordas acorazadas, semejantes a hormigas sobre ruedas vomitan su gas contaminando en la faz antaño verde y vigorosa; sinuosas formas trazaron sobre ellas ríos de cristalinas aguas; espesas montañas de verdes tonalidades modelaron a su piel paisajes únicos. Pero el homo erectus salió a escena y con el tiempo bautizose sapiens; surgió de las cavernas temeroso y acabó por cubrir sus pies descalzos; perdiendo así el contacto con la tierra; aquella que lo había recibido cual hijo predilecto entre las bestias. La tierra no es un planeta feliz. Donde ayer crecía el árbol, hoy se eleva el rascacielos; donde habría sus pétalos la flor, hoy vomita el sujeto peligroso. ¡Por fin lo hemos conseguido! Somos los deshered

“ET MAINTEMAN, L´IMPORTANT C´EST LA ROSE”

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Artículo escrito con motivo de la muerte de Gilbert Becaud   y publicado en Cartas al director de Faro de Vigo el 30 de Diciembre del 2001        “Y AHORA, LO IMPORTANTE ES LA ROSA”     Ha muerto Gilbert Becaud, el cantante de voz áspera y nocturna, devorador de pianos; compositor de inolvidables canciones de amor. Su fin me entristece menos que el de muchos otros que sufren el hambre, el abandono, la miseria. Gilbert Becaud vivió la vida con intensidad y, al igual que Sinatra, Gassman, Mastroianni, y algunos otros, triunfó y saboreó el reconocimiento del público. Pero, cada vez que a mis oídos llega la desaparición de un artista como él, algo dentro de mí se conmueve. En los últimos treinta años, algo llamado televisión, no nos ha permitido olvidarnos de aquellos artistas con los que crecimos. Uno tras otro nos van abandonado. Se habían afincado en nuestro interior, aquel día lejano de la niñez, en la primera mirada de deseo, aprendiendo a besar, bajo las luces tenues de

LAS TARDES DE CINE

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 Recuerdo un tiempo donde los niños jugábamos en las calles de nuestro barrio, la mayoría de ellas aún sin asfaltar, y las horas transcurrían lentas, reposadas. De vez en cuando deteníamos nuestros juegos para dejar pasar algún coche. A los más jóvenes les puede parecer que hace muchos años de esto; pero no es así. En ese tiempo no tan lejano, en mi barrio había dos cines, uno pegado al otro. Se llamaban el Palermo y el Avenida. De este último tengo la suerte de haber podido rescatar de un rincón de su patio, gracias a la amabilidad de uno de los familiares del dueño del cine, el cabecero de la entrada de hierro forjado en el que figura “1940”. Hace muchos años que desaparecieron, al igual que otros cines de Vigo.  En esas salas, que hoy serían impensables, los suelos estaban alfombrados por cáscaras de pipas, había cigarrillos brillando en la oscuridad y era frecuente que el proyector fallara y se cortara momentáneamente la película, con el consiguiente pataleo de l

AMANECER EN VENECIA

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         La estación de S. Lucía exhala su último suspiro en las aguas del canal veneciano. Es diciembre y la ropa de abrigo se hace necesaria; pero el sol salpica las aguas en una bienvenida silenciosa, ajena a los ruidos de las ciudades modernas. Porque esa es la mayor bendición de Venecia y que, desde los tiempos anteriores a Wagner hasta hoy, le ha permitido conservar su esencia. Aquí los planes urbanísticos que horadan las calles de nuestras ciudades para construir aparcamientos, túneles de circulación y otras lindezas, no existen. Fama tienen los helados italianos. Por eso, a pesar de estar muriendo el año, imposible resistirse a la tentación de saborear uno. Llegué a Venecia siguiendo los pasos de los ilustres personajes; como suelo hacer casi siempre con estas ciudades donde a lo largo de la historia las diferentes artes se dan la mano. En la Scuola Grande de San Rocco puede uno admirar la obra pictórica en la que Tintoretto trabajó durante casi toda su vida (una v

LA MUJER JUNTO AL MAR

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Mujer junto al mar Dibujo a carboncillo de Julio Mariñas     En una muestra de quietud extrema, la mujer liberada de vestiduras mimetiza su silueta con el tronco, vestigio del que en otro tiempo fue árbol majestuoso y altivo. Sus formas aplacan los terrores atávicos que vienen de más allá de los mares conocidos. Su silueta desbordante de sensualidad despierta la pasión y los misterios que yacen encerrados en la suave piel que la acoge. Los torneados muslos guardan la esencia incomparable del origen. No es posible encontrar mayor tesoro; ni en las perdidas islas, ni en las coralinas aguas.   Las manos delicadas sienten en sus palmas la ruda corteza del  cadáver  arbóreo. Y los senos, montañas generosas, invitan a libar de sus eternos manantiales cristalinos. Es la belleza en su estado más puro. Fundida con la tierra, el mar y el cielo.

EL CIGARRILLO

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  A medio consumir, en el borde cóncavo del cenicero que reposa sobre la desnuda mesa, alberga restos de algún volcán en sus pequeñas brasas. Y en cada brizna de ceniza se van los sueños que jamás contamos, vestigos últimos de lo que antaño fueron cadáveres de historias que nunca asoman a nuestra memoria. Está ahí, tranquilo, afrontando su signo resignado, como un falo que lento se consume para formar ya parte de la nada. Todo es silencio en la habitación, mientras la tenue luz, colándose silente en la estancia, anuncia el nacer de un nuevo día. Alguien se ha olvidado un cigarrillo en la mesa triste de los domingos. La tierra alberga cientos de colillas huérfanas del abrazo de las bocas que en otro tiempo las rodeaban. Y un filtro manchado de carmín nos habla de una noche muy lejana en cualquier habitación antigua donde paramos las horas y aún reside aquel instante ardiente y desolado en que pasión y juventud

EL RETORNO IMPOSIBLE

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Como en un intento vano de recuperar aquellos instantes que marcaron nuestras vidas, regresamos a los lugares donde un día fuimos felices. Nunca ha existido una empresa emocional más arriesgada que esa. El tiempo es un segador silente que va despejando los campos de sueños y nos hace creer falsamente que, los lugares, las personas, los acontecimientos, aún siguen latiendo como cuando fueron recorridos por nuestras "almas" la primera vez. No es así. Nada de lo que antaño decoró nuestras vidas con breves instantes de felicidad es ya igual. Los rostros que abrigaron juventud son una cruel caricatura del destino cuando pretenden decirse "Aún somos jóvenes". Los momento de pasión, de embriaguez sentimental y sensual se esfuman en las siluetas perdidas de las noches sin luna. Pero, lo más cruel, es que nosotros, los de entonces, hemos roto el espejo de las ilusiones al intentar buscar en nuestra mirada, en la imagen que nos devuelve, la desvanecida juventud. Tal vez pen