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Mostrando entradas de mayo, 2011

EL TIEMPO DE AZUL

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Foto de Julio Mariñas      En aquel tiempo todo era mucho más sencillo. El horizonte que se abría ante nuestros ojos estaba precedido por una alfombra de mar que se vestía de un azul intenso y resplandeciente. Éramos insolentemente jóvenes. Latía en nosotros la llama que incita a los descubrimientos más audaces. Ese tiempo flota en el aire y trae aromas de verano. Puedo sentir la arena en mis juveniles pies, la inigualable sensación de sumergirse en las frías aguas de las costas gallegas. En el recuerdo hay bosques de pinos que casi besan el océano Atlántico, dunas que son escaleras a playas vírgenes. Hubo un tiempo en que cada mañana era una aventura cuya única meta consistía en buscar la felicidad del momento sin pensar en un mañana. Ese tiempo regresa a mi. La cortina que decora la ventana me invita a contemplarlo. Está hecha de mar. La corro y noto su acuoso tacto entre mis manos. Detrás de ella encuentro aquel horizonte limpio. Siento la brisa de los adolescentes añ

TRES MUJERES GALLEGAS DEL SIGLO XIX

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 Foto de Julio Mariñas     Nacieron en el siglo XIX, pero no hubiesen desentonado en el siglo XXI, porque las tres fueron, además de excelentes escritoras, unas rompedoras en su época. Cada una a su manera. Emilia Pardo Bazán nació en Coruña en el año 1851. Novelista, ensayista y mujer de carácter. Sus artículos reunidos bajo el título de Una cuestión palpitante la convirtieron en una de las principales impulsoras del naturalismo. El escándalo que causo, hizo que su marido le exigiese que dejase la escritura y se retractase públicamente de sus letras. Lejos de hacerlo, dos años después, se separa de él, e inicia una relación con otro escritor cercano al naturalismo, Benito Pérez Galdós. En 1892 funda y dirige la publicación La Biblioteca de la mujer. En los Congresos denuncia la desigualdad entre hombres y mujeres. Además de proponer a Concepción Arenal para la Real Academia de la Lengua Española.     Concepción Arenal nace en Ferrol en 1820. Entra como oyente en la F

DE SÉNECA AL SIBHG

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"Lo importante no es vivir mucho, sino vivir bien" ; decía el filósofo cordobés Séneca. Y no andaba desencaminado el hombre. Lo malo es que   no le hemos hecho demasiado caso; ni en esto, ni en otras muchas cosas. El ser humano ha invertido gran parte de sus esfuerzos en ampliar su esperanza de vida. Paralelo a ese intento, ha creado una "sociedad del bienestar" que intenta obsequiarnos con una "Vejez digna". El problema está en un pequeño matiz. ¿Qué es el bienestar? ¿Qué es la dignidad? Casi hay una percepción diferente en cada ser humano para estos dos conceptos. Así las cosas, parece flotar en el aire de los países desarrollados el slogan "Aspire usted a una larga vida y consuma los productos que para su bienestar hemos elaborado". Me pregunto entonces ¿En la época de Séneca, al igual que en otras de la antiguedad, las gentes eran unos infelices que desconocían las palabras mágicas? No sé muy bien en que momento empieza. Lo más probable es

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Llamarán para llevarnos a no sé donde; Más allá de la línea que trazaron nuestros sueños. Cualquier día, de cualquier tarde, de cualquier noche, A cualquier hora, llamarán. (Julio Mariñas) Fotografía de Julio Mariñas

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 Que no somos más que espuma desprendida de las olas. Que los hombres somos sombras de las sombras que dejamos. Y hoy, que el tiempo acaso ya no sea Un noble espejismo de otros días, Evoco con nostalgia largas horas, Sombras que antaño irradiaban vida. (Julio Mariñas) Fotografía de Julio Mariñas

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 Eso fuimos tú y yo por un instante En que la luz cegó a las tinieblas, Dos vagabundos, dos seres errantes, Apenas dos fantasmas en la niebla. (Julio Mariñas) Fotografía de Julio Mariñas

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¿En que patria descansan ya vencidas las cenizas de antiguos sentimientos?   Ni dios ni patria mecen nuestros sueños.   Somos recuerdo dentro de un recuerdo. (Julio Mariñas) Fotografía de Julio Mariñas

EL ÁNGEL CAÍDO

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Añadir leyenda Después de más de veinte años he vuelto a encontrarme con el evocador e impactante Monumento del Ángel Caído situado en los Jardines del Retiro. Entonces pasaba unas vacaciones de verano en Madrid y todas las tardes recorría los Jardines en bicicleta. En aquel tiempo desconocía la existencia de la estatua. Era una tarde veraniega que amenazaba tormenta. A cada pedalada, el cielo iba oscureciéndose más. Unas nubes negras se cernían sobre el Parque del Retiro. Entonces contemplé por primera vez la silueta del monumento recortándose en un cielo gris y amenazante.     Ahora, muchos años después, en un día menos oscuro, pero en el que también el sol se veía apagado por algunas nubes, he vuelto para contemplar la fascinante y bella estatua del Ángel Caído en la que se aúnan el helenismo de Laocoonte y sus hijos, la expresividad barroca de Bernini y el dramatismo   romántico. La obra que Ricardo Bellver realizó en el siglo XIX inspirándose en unos versos de El paraíso