UNA VIDA DE CINE (HOMEJANE AL CINE II)

    Podíamos pasar una noche en Casablanca o un día en las carreras. ¿Recuerdas París en el mes de agosto? En aquel tiempo, para nosotros, siempre brillaba la buena estrella. Sin embargo, ahora tenemos que conformarnos con que amanece, que no es poco. Era tu príncipe de las mareas y, después de una noche en la ópera, explorábamos los horizontes lejanos. La gente pensaba “Tienen el mundo en sus manos”. Nosotros pensábamos “De aquí a la eternidad”. Hoy, tan solo soy el nadador que surco cansado los mares, pruebo el arroz amargo del olvido y, todo aquello, recuerda, se ha evaporado como luz que agoniza. Al menos supimos ser felices con la muerte en los talones. Hoy, mejor aspirar a un epílogo hermoso. Tal vez una muerte en Venecia.

FOTO DE JULIO MARIÑAS



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