ENTRE LA LUZ Y SOMBRA DE LOS DÍAS - CAPITULO II - LO QUE DEJAMOS
-¿En qué piensas? –ella es morena, el pelo ondulado cae sobre sus
hombros, sus ojos color almendra escrutan a su pareja.
-En lo que dejamos atrás –él es de complexión atlética, con el pelo
ondulado cayendo por su espalda y los ojos verdes de mirada perdida.
-¿Te arrepientes?
-Sabes que no.
-Ahora hay un nuevo sueño.
-¿Cuántos sueños hay que sacrificar por él?
-Imagino que muchos.
Y la vida se oprime contra los cristales del cuarto de un viejo hotel en
alguna pequeña ciudad.
Ella posa la mejilla en su hombro. Desde la ventana ven a los niños
jugar en el pequeño patio, ausentes de su aventura.
-¿Tú crees que llegaremos lejos?
-Tanto como la intensidad de nuestros anhelos.
-Eres tan inteligente como bella. Si un día flaqueo, recuérdame estos
instantes.
-No lo dudes; lo haré.
Y los jóvenes se aman sobre el lecho donde la noche ha vestido su fuego;
de nuevo, con la misma intensidad. Hasta que, extenuados, quedan dormidos sobre
las sábanas.
Cuando despierta, se incorpora y se sienta en la cama. La soleada mañana
ya no existe. Todo es oscuridad. Con su mano, limpia una parte del empañado
cristal de la ventana; pega la cara a él, e intenta ver el exterior. Todo es
negrura. Ni una sombra en la ciudad. Cuando vuelve la vista al interior de la
habitación descubre que la cama está vacía. Sobrecogido, busca en vano entre
las sombras un atisbo de rastro femenino. Llama su atención la
luz del baño encendida. Avanza hacia el cuarto con ansiedad. Ella no está. Sólo
alcanza a ver en el sucio y agrietado espejo su rostro envejecido, surcado por
infinitas arrugas, máscara cruel del tiempo, del tiempo ya vencido.
FOTO DE JULIO MARIÑAS |
Me parece una redacción muy bien escrita. Te felicito
ResponderEliminarGracias, Julio.
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