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Mostrando entradas de junio, 2014

RELATOS ROTOS - I -LA ANCIANA Y LOS ÁNGULOS

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    La veo encorvada sentada en la vieja silla de madera cercana a la ventana; la mirada perdida de esos ojos lánguidos y ojerosos parece viajar en el tiempo a otros lugares. Los niños que juegan en la calle la observan con extrañeza. Sus mentes tempranas no vislumbran más allá cuando ven una anciana junto a la ventana. Pero todos hemos sido jóvenes alguna vez. Ella también. En la solitaria habitación donde pasa las horas, los ángulos oscuros se han roto convirtiendo sus vértices en abismos sin final en los que giran las eternas preguntas sin respuesta. ¿Por qué existimos? ¿Quiénes somos? ¿Tiene algún sentido la vida? La toquilla sobre los hombros apenas es un leve abrigo para el frío que dan los tiempos de ausencia sobre el cuerpo gastado. Y las manos castigadas por la artritis son aberrantes cubiertas de lo que fueron los delicados dedos de juventud con los que sentía el tacto de la fresca hierba en los prados de antaño. Han pasado tantos años. Aquella anciana se fue un día mientra

DE OTROS VERANOS

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    Son las doce del mediodía y regreso de la playa. Me gusta ir muy temprano, cuando la arena es una gran extensión sin manchas de veraneantes. Mientras conduzco, suena Hotel, dulce hotel de Joaquín Sabina, lo que me retrotrae más de un cuarto de siglo hacia atrás en el tiempo. Cazador furtivo intentando seducir el azar que me llevase hacia aquellas habitaciones tan anónimas, modestas en sus prestaciones, pero desde las que sí era posible ver romper las olas contra el malecón besando una nuca. Hoy, en mi memoria, esos cuartos siempre aparecen solitarios, antiguos en su poco mobiliario. Pero en aquellos tiempos eran radiantes porque la juventud lo iluminaba todo. No obstante, mientras el aire cálido que entra por la ventanilla del coche me envuelve en los recuerdos trayendo aromas de juventud, siento que soy afortunado por haber logrado no caer en la trampa de esos amores domésticos con muebles de skay y poder seguir albergando la llama del deseo. Los humanos tenemos la insana costum

EL ARTE, LA SOCIEDAD Y EL YO

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    Como en un carnaval hipócrita y falaz, la sociedad se estructura cada vez más compartimentada en modelos definidos de ideologías, de grupos, de movimientos. El individuo, consciente o inconscientemente, busca su grupo. Aquel que le va a ratificar más en sus ideas preconcebidas o aquel que está más acorde con sus intereses. Así, los supuestos líderes, no tienen más que mover los hilos y, los unos y los otros y los de más allá, bailan la canción del desconcierto. Pero ¿dónde queda El Yo? Si algo me han enseñado los años, es que no todo es blanco o negro, derecho o izquierdo, grande o pequeño. Porque entre cada extremo hay un intermedio, y entre ese intermedio y cada extremo hay otros intermedios; así hasta el infinito. La gran mentira es el rebaño homogéneo  que sólo favorece los intereses de unos pocos. Hay tantas ideologías como seres humanos. ¿Por qué intentar fusionarlas? Al abrigo de ideas de consolidación, sectarias, de grupo; se va conformando una sociedad intolerante; cuand

EL ÚLTIMO ALIENTO (EN LA NOCHE - XI)

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    A cualquier hora, en cualquier lugar, inesperadamente, con sutileza, tal vez con brusquedad, bajo la noche sin luna, cuando el sol esté brillando, al abrigo del lecho, en el bullicio de la urbe, frente al mar de los sueños, descendiendo las cumbres del desencanto, ascendiendo por senderos mágicos; de un modo u otro, llegará. Posará su firme y huesuda mano sobre mí y, al hacerlo, todo lo vivido se disipará envuelto en la bruma del último ocaso. Quedarán mis escritos hieráticos y mudos sobre los anaqueles, solemnes los pentagramas con mi música guardarán respetuoso silencio. Y libros a medio leer esperarán en vano mi mano ansiosa sobre sus páginas. Encapuchada con su negro sayal invadirá mi yo sin compasión. El filo de su guadaña brillará amenazante disuadiendo de cualquier esperanza. Y la clepsidra que contaba mis días quedará sin el líquido elemento. Todo lo que creí mío se dispersará en otras manos, otros ojos, otros sueños; o simplemente sufrirá mi ausencia involuntaria. El oto