PRESENTIR EL OTOÑO (REFLEXIONES DE UN POETA EN LA SOMBRA - XXXV)
Desde el balcón observo una luna
que pugna por crecer. Y viajo con mi mente al tiempo de otros ocasos
veraniegos. Como aquel en que llegó el primer adiós. Lo hizo con esa indiferencia
propia de los que saben de la finitud y otros desvaríos. La playa, vergel de
húmedos besos y bronceadas pieles encontradas, tornó la percepción que hasta
entonces teníamos de ella, para convertirse en arenal desértico y áspero. De
eso hace muchos veranos. Tantos, que ya apenas recuerdo con nitidez tu inquieta
mirada de sirena varada entre las rocas cuando te encontré desorientada, pero
tierna y seductora. La vida del hombre tiene la cruel costumbre de ir
desvaneciendo y espesando en la niebla de la memoria hasta las cosas más
hermosas. Lo vivido se va alojando en recónditos lugares de nuestro pensamiento
como un poso silente, para emerger en noches como esta bajo el amparo de una
creciente luna enigmática, centinela de un planeta tierra alocado y ajeno al
encanto de un firmamento ignoto. Es noche cerrada. En estos momentos, aquella
playa que hoy recuerdo debe estar solitaria al abrigo de la oscuridad. Pero yo,
aún puedo evocar tus delicados pies hundiéndose en la arena cuando caminabas
delante de mí. Después te girabas y el suave viento estival movía levemente tus
cabellos aún húmedos, mientras tus ojos me hablaban del deseo y, al tiempo, de
la fugacidad de aquel verano hoy ya perdido. Tarde o temprano, el otoño siempre
llega. Las secas hojas del parque son los cadáveres de mil historias vencidas.
Entre ellas, probablemente, estuvimos tú y yo. ¿Dónde residirán ahora esos
breves instantes del verano perdido? Acaso en el surco que el tiempo va dejando
en los rostros, o en la luna que quieta e indiferente hoy nos mira. El olvido
es un niño caprichoso, y a veces se va, dando paso al recuerdo de instantes que
creíamos perdidos. Desde mi balcón, mientras miro al cielo una vez más,
presintiendo el otoño. Abajo, la tierra bulle de sinrazón y tedio. Vanidades y
absurdos intereses danzan su mediocridad. No es extraño que prefiera el claro
influjo de la inmensidad que me ofrece el universo infinito. En alas de los
sueños, consigo volar sobre un mundo material y mezquino. Volverá a salir el
sol y la playa nuevamente será testigo de nuevas historias. Pero nosotros ya no
regresaremos, porque el tiempo no vuelve. De todo aquello, sólo queda un
profundo otoño presentido.
FOTO REALIZADA POR JULIO MARIÑAS |
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