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Mostrando entradas de febrero, 2015

RELATOS ROTOS -V- LOS AMANTES

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    Transidos de llanto y risas, los amantes eternos se abrigan bajo el árbol que se alza junto a la vieja cabaña cerca del mar. Allí pasan las noches, recogidos sobre sí mismos. Todo es silencio alrededor. Calma apenas alterada por la silueta de un ave recortada en la luminosa faz de la luna llena. Ella lo mira extrañada. ¿Qué te ocurre, amor mío? Él alza los ojos y, levantando la mano que reposa sobre el costado, deja al descubierto una herida de la que mana abundante sangre. Los ojos se llenan de lágrimas y las miradas se mantienen cómplices. A sus oídos comienzan a llegar los ladridos de los perros rastreadores y las voces de los hombres que componen la partida. En un último gesto, los amantes encienden un pequeño fuego que, poco a poco, cobra fuerza envolviéndolos a ellos y al árbol que los cobija. Las llamas se elevan en la noche para sorpresa de los perseguidores; con fuerza laten en la magia del plenilunio, mientras crepitan poderosas. Y los sabuesos enloquecen desprendiéndos

TEMPUS FUGIT

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    Mirarse en el espejo de las horas mientras las sombras fluyen en la oscuridad de la habitación. Saturno aún continúa devorando a sus hijos. Los rebaños humanos siguen necesitando un pastor. Tal vez por eso, a pesar de tanta desvergüenza, aquellos que hablan a ex cathedra tienen los salones siempre llenos; sus espacios en la red repletos de visitas y su ego más intacto que nunca. Sobrevivir al 2014 es haber visto culminado el proceso social de destrucción de valores y derechos humanos más cruel de la historia moderna. Se venía presintiendo hace ya mucho tiempo que en las películas no ganaban los buenos ni triunfaba el amor. Además ¿quiénes son los buenos? ¿qué es el amor? Definir el bien y el mal o definir los sentimientos es un arduo camino hacia el desconcierto y la soledad. La clepsidra sigue derramando su esencia al compás de  ritmos desconocidos. Agotadas las fórmulas, queda el desamparo de un tiempo enfermo de vanidad y ambición. Un tiempo que araña los cristales de un febre

EN RUTA - EL ETERNO VIAJE

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    La noche nos atrapaba en la carretera. Al volante veía el sol morir en las lomas cercanas y, el asfalto, a pocos metros delante del coche, parecía ser engullido por las nocturnas aves de un abismo infinito. Velocidad continua, monótono rodar para, de vez en cuando, divisar vagamente las luces de una población aislada de los grandes núcleos urbanos. Ver el mundo dormitar y seguir avanzando por la ruta prevista, era una de las más intensas sensaciones de libertad. En la noche serena, continuábamos desafiando al tiempo, sin saber con certeza donde estaría el lugar en que detendríamos nuestro vehículo para pernoctar. Hoy, al abrigo del hogar, rememoro esas carreteras que aún siguen trazando en mi interior sinuosas trayectorias; como una melodía inconclusa, se ciernen en este preciso instante de reflexión callada. Nunca estuvimos tan cerca de la libertad como entonces; cuando al volante de un antiguo coche, recorríamos las carreteras; y cada tramo del camino era una revelación, cada l