ESDEUNVIET - ESCENAS DE UN VIGO ETERNO - IV - EL NORAY SOLITARIO
Silencioso oteador
de naves que al puerto de Vigo arribaron a lo largo de los años. En tu fría
cintura de hierro castigada por el salitre se han enroscado, cual boas
constrictoras, innumerables maromas de embarcaciones que, después de largas
travesías, llegaron a buscar descanso en esta Ría. Alguna gaviota patiamarilla de
recio porte, se posa de cuando en vez en tu cabeza para otear el horizonte.
Después emprende el vuelo sobre las aguas. Tú, noray solitario, apenas recibes
la atención de las innumerables gentes que pasan junto a ti sin reparar en tu
presencia. Seguramente, cuando la noche se abate sobre el puerto, permaneces en
vigilia contemplando las estrellas o escuchando el rumor de las aguas que
acarician las piedras de puerto de Vigo que te sustenta. Así, el tiempo de
derrama sobre el cielo vigués y la brisa marina va levemente desgastando tu
recio cuerpo de soledad y ensueño.
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