EL SENTIDO DEL AMORHUMOR
El Sentido del
Amor y el Sentido del Humor encontrados, fusionados, compenetrados en un mismo
Sentido de Vivir; dando lugar al Sentido de Amorhumor; única fórmula válida
para contemplar la vida con cierta perspectiva y humildad. Cuando los humanos pierden
el Sentido de Amor y el Sentido de Humor, generan sociedades represivas y
decadentes. Sólo con Amor y Humor es posible crear magia y sueños. En la
misma tragedia del dolor y la finitud, laten esos sentidos, dando a la vida
trascendencia y liviandad a un tiempo. Cuando los humanos aman, cuando los
humanos ríen; aproximan sus esencias y se acercan al mágico mundo de la
verdadera humanidad.
Así como el
Sentido del Amor no es patrimonio de los cánones de belleza establecidos;
tampoco el Sentido del Humor es patrimonio de las personas de rostros
simpáticos e histriónicos. El Amor
también reside en lo que es catalogado como feo. El Humor también reside en los
rostros serios.
Adquirir el
Sentido del Amor y el Sentido del Humor es la única meta a la que debería
aspirar el ser humano. Una meta sentimental e intelectual. Porque eso somos, aunque
el mundo en que vivimos se empeñe en ocultarlo, seres emotivos y reflexivos, a
los que un sistema complejo se ha empeñado en adoctrinar y conducir hacia lo
banal y lo superfluo. Como si lo profundo y lo intenso no fuese divertido.
En nuestras manos
está proyectar y difundir el Sentido del Amor y el Sentido del Humor, sobre
todo en los niños y los jóvenes. Tal vez así sea posible que el Sentido del Amorhumor
triunfe en un mundo con tendencia a ser gris e hipócrita, y los seres humanos
hagamos honor al significado más bello de su definición, Humano.
Se continúa
difundiendo la idea de que, ser profundo es algo, poco menos que ridículo y trasnochado;
la idea de que la comprensión hacia los
que no piensan como nosotros o no viven como nosotros, debe ser relativa y
hacernos estar a la defensiva hacia los que no comulgue con nuestras ideas.
Y así,
progresivamente, la sociedad, en aras de lo políticamente correcto y la
necesidad de estar siempre a la vanguardia de un supuesto avance en las
estructuras sociales, acaba convirtiéndose en una cárcel donde se ahoga todo
intento de originalidad que pueda alterar ese ente abstracto que es el colectivo; además
de establecer límites sobre lo ético y moral por encima de esa individualidad.
Eso, hace que las sociedades devengan en tumbas que entierran cualquier tipo de
pensamiento original y personal.
Sólo alejándonos,
recluyéndonos en nuestro Yo, y meditando profundamente, podemos lograr
librarnos de yugo globalizador.
A la orilla de un
mar tranquilo hay un hombre sentado que nada espera. Las aguas besan sus pies
cansados y el reflejo del sol baña sus ojos que adquieren una luz generada en
lo profundo. Lejos, a sus espaldas, la ciudad ruge como siempre, asfixiante,
agónica, en un absurdo sueño de vanidad estéril.
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