TÚ Y YO




Tú y Yo,
Presos de este delirio de amor inextinguible,
 con casi cinco lustros de sueños realizados,
en esta primavera de Dos mil dieciséis
donde las golondrinas becquerianas
danzan para nosotros bajo el cielo gris,
 seguimos abrasados, absurdos, incansables,
 en este delirio de amor que trasciende
el tiempo y el espacio, para expandir su halo
por todo el universo y sus misterios.

Tú y Yo,
que abrimos la flor prohibida del jardín
donde danzan las ninfas y los faunos,
desgarrando los cuerpos en el obsceno acto
pasional, insaciable, lascivo, paroxístico,
para alcanzar las cumbres del placer,
en volcánicas simas donde ruge la tierra
y crepitan los fuegos que abrasan los sentidos,
hasta el éxtasis último y fatal,
donde la muerte asoma presentida.

Tú y Yo,
que hemos paseado descalzos y livianos
sobre tumbas queridas de  personas ausentes,
que sufrimos del dolor de ser dos
fusionados en un único aliento,
bordeando osados montañas y acantilados
buceando las frías aguas
cuando el mar era vida,
y cruzando los ríos de espumosos perfiles
hasta verlos caer al vacío infinito.

Tú y Yo,
que paseamos los pueblos y ciudades de España
viendo el amanecer sobre ruinas perdidas,
contemplando el ocaso en aldeas misteriosas,
que vivimos París como una Belle Époque,
como si aún existiese la añorada Bohemia,
y soñamos la historia desde Roma a Pompeya,
de Milán a Venecia, de Nápoles al cielo,
viajeros inconscientes en busca de respuestas,
simples clochards errantes del amor y los sueños.

Tú y Yo,
que hemos odiado tanto el seguirnos amando,
y sufrimos por siempre esta dulce condena;
somos privilegiados y además lo sabemos,
por seguir aún viviendo esta loca comedia
que trasciende las horas, va más allá del todo,
de las gentes, las cosas, las esencias;
más allá de aquello que es posible
explicar con palabras o gestos;
creación insondable y jamás repetida.

Tú y Yo,
al abrigo de robles centenarios
en el invierno largo y misterioso,
bajo el ardiente sol de estío con pies descalzos
por las remotas dunas del olvido,
junto a los ríos que bajan presurosos
en el otoño incierto de los días,
sobre las cimas que presienten
horizontes de nuevas y amantes primaveras;
esclavos de un sueño y un delirio.

Tú y Yo,
que hemos llegado a los Lugares Olvidados por los Dioses,
perseguido la Invisible Línea Ensangrentada,
nadado hasta la Línea Mortal del Horizonte,
penetrado en la Dimensión Hiriente,
conocido el furor de la pasión y los excesos,
la ternura que viste las mañanas de abril,
el desnudo canto de las sirenas
en los litorales calmos de otros mares,
hasta embriagarnos del néctar de Edenes Solitarios.

Tú y Yo,
somos para siempre y por siempre,
una llama de amor que no podrán apagar
ni el final de los cuerpos,
ni el paso de los tiempos,
ni la sombra de infinitos adioses,
ni la nada, ni el vacío,
porque, Tú y Yo, Eva,
somos un verso de amor inexplicable,  
que seguirá eternamente vivo.




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